«Hablad el discurso, os lo ruego, tal como yo lo pronuncié ante vosotros, con soltura en la lengua. Pero si lo declamáis, como hacen muchos de nuestros actores, prefiero que el pregonero diga mis versos. No serruchéis el aire con las manos, así, sino emplead todo con moderación; porque, en el torrente, la tempestad, o, si me permitís la expresión, el torbellino de la pasión, debéis adquirir y mostrar tal grado de templanza que le dé suavidad.»
Hamlet, Shakespeare